En los Estados Unidos, el 3% de los hombres mayores de 40 años serían tratados con un sustituto de la testosterona. Sin embargo, sólo el 20% de estas prescripciones estarían médicamente justificadas. Ante un tratamiento que se está convirtiendo en un fenómeno de moda, es importante recordar las indicaciones y precauciones que hay que tener en cuenta.
Las prescripciones de testosterona (en forma de geles, comprimidos, parches, inyecciones, etc.) se han quintuplicado en los últimos veinte años en los Estados Unidos. Prometiendo tratar los síntomas asociados con el envejecimiento en los hombres, este tratamiento sustitutivo a veces parece ser considerado como un «remedio mágico». Sin embargo, este suplemento no está exento de peligro. Existe una controversia, en particular en lo que respecta a los vínculos entre la testosterona y el riesgo de accidentes cardiovasculares.
¿Cuándo se comprueba la deficiencia de testosterona?
El diagnóstico de deficiencia de testosterona (hipogonadismo) es más fácil de hacer cuando los síntomas aparecen en un hombre joven. El hipogonadismo se confirma cuando la concentración de testosterona en la sangre se reduce en dos mañanas consecutivas.
La mayor parte de la testosterona producida en el cuerpo (principalmente por los testículos) está ligada a dos proteínas: la albúmina y la globulina de unión a la hormona sexual (SHBG). Sólo del 1 al 3% de la hormona circula en la sangre en forma libre y por lo tanto es biológicamente activa.
A partir de los 30 años, esta fracción activa disminuye, en primer lugar porque la producción de testosterona disminuye (menos 1-2% por año) mientras que la producción de SHGB aumenta. Después de los 45 años, uno de cada tres hombres tiene bajos valores de testosterona. Sin embargo, no existe un umbral estricto para definir una deficiencia de testosterona después de esta edad.
El envejecimiento no es la única causa de los bajos niveles de testosterona. Los niveles de testosterona también se reducen en pacientes con ciertas enfermedades crónicas, aunque se desconoce si la concentración de hormonas disminuye a causa de la enfermedad o si la disminución de la testosterona precede a la enfermedad.
Beneficios y riesgos de la suplementación
El propósito de la ingesta de testosterona es mantener las características sexuales secundarias, la función sexual, la densidad mineral ósea, la masa corporal magra y la fuerza muscular. Pero la hormona también puede tener un efecto en el sistema cardiovascular.
Al menos eso es lo que sugieren varios estudios que han demostrado una relación entre los bajos niveles de testosterona y la aparición de enfermedades cardiovasculares. Estos resultados están a favor de la suplementación con testosterona, pero son controvertidos.
En efecto, varios estudios han demostrado un aumento de los accidentes cardiovasculares en algunos hombres de edad avanzada que se han beneficiado de la suplementación con testosterona.
Por consiguiente, la relación entre la testosterona y el sistema cardiovascular es compleja, y los efectos beneficiosos de un sustituto hormonal sobre la fuerza muscular, el rendimiento sexual o la densidad ósea podrían ejercerse a costa de un aumento de los accidentes cardiovasculares.
A la espera de nuevos ensayos controlados aleatorios, la Sociedad Americana de Endocrinología recomienda la suplementación con testosterona sólo en pacientes con síntomas asociados a una deficiencia de testosterona en la sangre.
El beneficio de la suplementación es menos claro en los pacientes ancianos o con enfermedades crónicas. Cuando se prescriba la terapia sustitutiva, se recomienda encarecidamente hacer un seguimiento a los tres meses y luego anualmente durante cinco años para evaluar su eficacia y seguridad.