Salud Sexual Masculina

El deseo sexual, especialmente el bajo deseo sexual o deseo sexual hipoactivo, se encuentra dentro de los temas de discusión y estudio que mucho más nos ocupa a los sexólogos en nuestros congresos, acuerdos y gacetas científicas. 

 

Y alén de que generalmente asociamos estas adversidades con el deseo a las mujeres, observamos poco a poco más muchas veces en solicitud a hombres preocupados por el hecho de que no quieren a su pareja.

 

Por esa razón decidimos integrar en este blog de salud masculina el tema del deseo sexual, las causas por las que lo perdemos y ciertas líneas de régimen.

 

¿Qué tenemos la posibilidad de estimar habitual o anormal en lo que se refiere al deseo?

 

La palabra habitual nos refiere instantaneamente a la estadística, y en el momento en que observamos las cantidades de los estudios sobre el deseo sexual estamos con una enorme variabilidad. Por consiguiente, no podríamos decir con precisión qué es lo habitual o lo anormal estadísticamente comentando, pero sí es esencial tener en consideración qué tan cómoda se siente un individuo con su nivel de deseo. Si no posee fantasías sexuales, ni impulso sexual, y tampoco responde a la estimulación erótica de su pareja, posiblemente tenga un bajo deseo sexual y necesite preguntar a un experto, mientras que la situación le provoque padecimiento o padecimiento personal o en su relación. Y por contra, si no posee control sobre el deseo y precisa masturbarse, tener relaciones íntimas o contacto con material pornográfico con una continuidad tal que le perjudica sicológica, laboral y físicamente, tal como en sus relaciones entre personas, quizás se trate en caso contrario: deseo sexual hiperactivo o adicción sexual.

 

¿Qué géneros de deseo sexual se conocen desde la ciencia sexológica?

Una de los enormes aportaciones de la doctora Rosemary Basson fué la de distinguir 2 géneros de deseo sexual: espontáneo y responsivo. El espontáneo es exactamente el que comunmente identificamos como deseo, esto es el que aparece por experiencias anatómicos agradables, fantasías sexuales o aun estímulos visuales que activan prácticamente instantaneamente la motivación sexual. El responsivo en cambio es el que aparece desde la privacidad sensible, del acercamiento con la pareja en un contexto de seguridad y conexión. Esa privacidad crea el espacio para el diálogo, el acercamiento, el roce y el estímulo sexual, que empieza a encender ciertas experiencias anatómicos y la etapa de excitación. Desde ahí es que hace aparición el deseo sexual, no como aquello que da rincón a la búsqueda sexual sino más bien a la inversa como la consecuencia del estímulo de afuera. Según la exhibe de Basson, precisamente la mitad de las mujeres expresan tener un deseo sexual a la forma responsiva.

 

¿De qué es dependiente que un individuo tenga un óptimo nivel de deseo sexual?

 

De entrada de un estado de salud física y sicológica, libre de tabúes y falsas opiniones, una predisposición efectiva al exitación y los inductores correctos: fantasías, amor y conmuevas positivas, pareja interesante sexualmente, estímulos efectivos (propios y de la pareja) según las opciones de cada individuo. 

 

¿Cuáles son las causas mucho más usuales del bajo deseo sexual?

 

La lista de causas médicas, farmacológicas, sicológicas, sexológicas y relacionales es amplia, pero aquí damos las primordiales.

 

  • Enfrentamientos de pareja.
  • Relaciones parentalizadas, o sea aquellas en donde se siente a la pareja mucho más desde la inocencia o el cariño que desde la pasión.
  • Pensamientos negativos o antifantasías, que desconectan a la persona de los estímulos sexuales internos y externos.
  • Estímulos sexuales no efectivos, en el momento en que la pareja por servirnos de un ejemplo es bastante directa, torpe o poco seductora, y la comunicación erótica no es fucional para corregir esta situación.
  • Cambios en la relación de pareja desde el embarazo y puerperio.
  • Stress.
  • Hábitos de vida poco saludables como sedentarismo, mala nutrición, trastornos del sueño, tabaquismo, alcoholismo, empleo de drogas ilegales.
  • Psicotraumas no procesados, relacionados con la historia sexual.
  • Disfunciones sexuales que ya existían que al no ser resueltas desarrollan mecanismos de evitación y también inhiben el deseo.
  • Anomalías de la salud médicas, especialmente las que causan desequilibrios hormonales tal como la diabetes, hipertensión arterial, cáncer, patologías neurológicas y todas y cada una de las que generan mal físico y fatiga.
  • Patologías siquiátricas, de manera especial la depresión y los trastornos de ansiedad.
  • Medicaciones, como por poner un ejemplo ciertos antidepresivos o antipsicóticos.
  • Efectos psicofisiológicos de la menopausia, que a propósito tienen la posibilidad de ser manejados clínicamente con distintas tratamientos bastante prácticos.

 

¿A qué se le llama asexual?

 

Hoy día consideramos que la asexualidad es una manera de orientación sexual -como homosexual, bisexual, pansexual, heterosexual-, pero en un caso así el deseo sexual no está destinado a alguien sino no existe. Un individuo asexual no posee interés alguno en el sexo, podría vivir de manera perfecta sin practicarlo y no siente enfrentamiento alguno sobre esto, salvo en el momento en que su pareja sí tiene deseo sexual y crea algún género de presión sobre esto. Teniendo en cuenta lo previo, como no había padecimiento por la condición de asexualidad no tenemos la posibilidad de clasificarla como un trastorno y por lo tanto proponer un régimen.

 

¿De qué manera tenemos la posibilidad de tratar el bajo deseo sexual y a qué experto se debería preguntar?

 

Finalmente el bajo deseo sexual hay que tratar con especialistas, médicos y psicólogos con capacitación en Sexología Clínica. Los tratamientos integrales, mezclando los fármacos con la terapia psicosexual, son los mucho más efectivos. Ciertas intervenciones recomendadas por los acuerdos científicos recientes son las próximas:

 

  • Régimen de la patología médica o trastorno psicológico de base, relacionado con la aparición del bajo deseo sexual.
  • Régimen de la disfunción sexual preexistente.
  • Modificación -en lo viable- del esquema farmacológico  que hace como efecto secundario el bajo deseo sexual.
  • Cambios en hábitos de vida dando sitio a unos mucho más saludables.
  • Terapia de pareja en el caso de enfrentamientos o crisis que no se han resuelto.
  • Terapia de remplazo hormonal. Generalmente los tratamientos con testosterona dieron excelente resultados en hombres y mujeres con escenarios bajos o en el límite habitual inferior de esta hormona.
  • Terapia cognitiva para conducir los mecanismos pricológicos inhibidores del deseo sexual.
  • Enriquecimiento erótico con el propósito de cambiar el guion sexual de la pareja ajustándolo a sus opciones.

 

Redactado para Boston Medical Group por Ezequiel López Peralta.

Sicólogo. Máster de Sexología Clínica y Terapia de Parejas.

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